jueves, 12 de octubre de 2017

NIÑOS ESPONJA. Exquisita sensibilidad , fuerte empatía y conductas altruistas.



   
                                                    



Absorben las emociones    de  su entorno y las sienten profundamente en su corazón.
Miran el mundo desde el corazón y eso no los hace frágiles, los hace grandiosos .
Su sensibilidad es su gran  fortaleza.
                           Hoy quiero contarte acerca de unos niños que son para mí muy especiales. Me gusta llamarlos Niños esponja , porque  tienen un “corazón de esponjita”. Son niños exquisitamente sensibles, muy perceptivos, compasivos y tan empáticos que absorben las emociones del entorno que les rodea y las hacen propias. Sienten la tristeza de un compañero y movidos por la compasión buscan consolarlo. 
Tienen como un radar emocional y captan con mucha precisión nuestros estados anímicos preocupándose cuando nos sienten preocupados. Si nos sienten agobiados se acercan y nos dan una caricia, si nos sienten enojados nos ayudan a calmarnos Es tanta su empatía emocional , que parecen fundirse en las emociones del otro. Son niños que sufren si ven sufrir un animal ,se angustian ante una injusticia, y también se alegran al ver reír a otro niño. 

Es común escuchar anécdotas acerca de comportamientos compasivos que nos sorprenden. Una niña guardaba   panes en un cajón de su habitación   para llevárselos a un niño que vio en la tele que pasaba hambre. .Son niños que están fuertemente conectados con el corazón .Es corazón con corazón  la conexión que ellos hacen. Son exquisitamente sensibles y por ello se cargan de emociones fácilmente. 


A menudo tememos que esa alta sensibilidad les juegue en contra y los dañe.
Si conoces a un niño esponja o vos fuiste un niño con esta especial sensibilidad tengo algo que contarte. Esa sensibilidad tan peculiar que llevan en la piel no los hace más débiles o frágiles que el resto de los niños. Su especial sensibilidad es su fortaleza. Por eso no intentes quitársela o hacerlo más duro. Ese corazón de esponja es lo que lo hace especial. Solo tienes que enseñarle  algunas cosas  y ofrecerles actividades para que esa sensibilidad le juegue a favor y no en contra.
Enséñales que su empatía y sensibilidad es grandiosa. Están en este mundo para volver a conectarnos con nuestra ternura, amabilidad, y con esa emoción tan poderosa que a veces por temor a ser lastimados o dañados no la expresamos: el amor. Estoy segura que estos pequeños niños son nuestros grandes maestros en el arte dar y entregar sin pretender nada a cambio. Nos  recuerdan que la salida a los grandes problemas del mundo es hacia adentro. Hacia nuestro corazón. Hacia la compasión.
 ¿Qué espacios y actividades puedes ofrecerles? Es importante que los niños esponja puedan descargar todas esas emociones que van acumulando en su corazón. La mejor manera de hacerlo es brindarles un espacio para realizar actividades individuales. Ellos necesitan contar con un espacio para estar con ellos mismos. Disfrutan de estar tranquilos y a solas. Es el momento y el espacio donde su corazón  se repara  y recarga energía emocional. Las actividades artísticas y musicales  son una buena opción.
Estar en contacto con la naturaleza, es altamente recomendado. Si puedes regalarle una mascota esta será su cable a tierra. Los gatos son buenos compañeros de los niños altamente sensibles.

No insistas con deportes competitivos. Ellos no vienen a este mundo a competir sino a cooperar. Si quieres hacerlos más fuertes, bríndale oportunidades para  colaborar y ayudar. Sumar es el verbo que encaja con su misión .Es  ahí, en el momento en que se sienten que ayudan a otro cuando se sienten fuertes. 

Recuerda su sensibilidad no los vuelve frágiles, los hace personas fuertes y maravillosas. Mirar el mundo desde el corazón no los hace vulnerables  los hace grandiosos.
                                                                                   Con infinito amor
                                                                                                                                                                                           Mariana de Anquin