Sistema educativo por
favor no les arranques
el corazón a las maestras que están naciendo.
Ayer alumnas del Profesorado de Educación Primaria decidieron compartir un cuento conmigo. En este cuento relataban sus vivencias durante las observaciones en una escuela .
Luego de escuchar este cuento, surgió en mi la necesidad de suplicarle al sistema educativo lo siguiente Por favor, no les arranques el corazón a las maestras que están naciendo.
Sin estos condimentos la tarea docente se vuelve insípida y desabrida. Y no solo que a nosotros no nos sabe bien sino que tampoco es apetecible para los demás.
Estos condimentos no se consiguen repitiendo textos de fotocopias borrosas, o memorizando ideas de pedagogos y pensadores brillantes de la humanidad. Estos condimentos se consiguen encendiendo el corazón de los alumnos.
Son habilidades del corazón, no de la mente.
Son el para qué hago lo que hago .
Se consiguen viviendo experiencias con los niños. Ellos son los que tienen el poder de encender el corazón de los maestros en formación.
Necesitamos conectar a los alumnos con los niños de carne y hueso. Ellos son todo lo que necesita el sistema educativo para avanzar, para dar respuesta a muchos desafíos actuales.
Probemos dejar de conectar todo el tiempo a los alumnos con las aburridas fotocopias o textos que no comprenden y se les exige repetirlos para aprobar su formación. Invitemos a los alumnos a conectarse con los niños, a emocionarse, a vivenciar los aprendizajes, a entusiasmarse con nuevas prácticas de enseñanza.
Conectemos su formación con los niños reales , con sus maneras peculiares de aprender, reír, pintar, bailar y soñar.
Cuando un alumno se conecta emocionalmente con un niño se enciende su corazón, y es ahí en ese instante preciso y perfecto cuando nace un maestro.
Sistema educativo por favor no les arranques el corazón a las maestras que están naciendo.
A continuación comparto con Uds. el cuento de las alumnas del
profesorado de educación primaria . Cualquier similitud con hechos
de la realidad es pura casualidad.
Treinta seis niños
especiales
Desde que supimos que iríamos a observar a la escuela,
sentimos una inmensa alegría aunque los miedos, los nervios estaban también ahí
presentes.
El día anterior al
gran dia, contábamos ansiosas los horas, preparamos y acomodamos más de una vez
nuestro guardapolvo blanco ,ese que seguramente se iba a llevar nuestros
mejores recuerdos.
Llego el día de realizar observaciones en la escuela,
pensamos cuando la aguja del reloj marco las doce. Llego el momento de
enfrentar la realidad, era el momento de enfrentar aquello que deseábamos con
tantas ganas.
Llegamos a la puerta de la escuela, nos miramos y nuestros
ojos expresaban tantas emociones , expectativas, incertidumbre, dudas y entusiasmo.
Caminamos por ese largo pasillo, el mismo que todos los días recorremos porque de noche esa escuela se transforma en
nuestro profesorado. Nos miramos y pensamos “caminamos siempre por acá y hoy no
se siente igual. Qué loco! ¿No?”
Ese día era inevitable que no se nos agrande el pecho de satisfacción
llevando nuestro guardapolvo blanco, sentíamos que algo bien habíamos hecho.
Nos presentamos en la dirección, y una docente que ese día estaba a cargo de la escuela nos explico que la directora estaba licencia.
Luego nos dijo: “Vayan a tercer grado, es un grupo complicado “, cuando estaban retirándonos de la dirección, agrego “ah,
y en tercero hay un niño especial “.
Ya frente a la puerta del grado notamos que nos transpiraban
las manos más de la cuenta, el corazón galopaba y el nudo en la garganta seguía
intacto.
La señorita nos saludo y explico el motivo de nuestra
presencia en el grado de la siguiente manera:
“Ellas vinieron a observarnos, se van a sentar atrás . Saluden chicos “
-“Hola” apenas dijeron, estaban sentaditos de a dos y apenas podían verse detrás
de sus bancos. Cruzamos el aula hasta llegar al fondo y allí nos sentamos . Todo
se veía diferente. Los niños se daban vuelta para mirarnos con ojos
curiosos y las nenas nos regalaban su
sonrisa
.A medida que pasaba la hora de clase nos dábamos cuenta que ya habíamos aprendido
el nombre de muchos niños .La señorita decía: ¡Tomás hoy estas terrible !,
¡Martina cállate ¡¡Francisco siéntate bien !, ¡Marcos deja de conversar! .Tratamos de
encontrar entre los niños al “especial “que nos había dicho la maestra que nos recibió
en la dirección.
-”Tadeo quédate quieto !”-dijo la señorita y ahí notamos que el niño estaba acompañado de una maestra
integradora.
El día fue transcurriendo rápidamente. En los recreos aprovechábamos para interactuar
con los niños, organizábamos juegos y rondas invitando a todos los niños a participar .Que alegría sentíamos al
compartir sus risas, ocurrencias y
confidencias. Qué bien se sentía estar cerca de ellos ¡!
Así fue pasando la semana en la escuela. Cada día al llegar nos
encontrábamos con un comité de recepción
.Eran los niños que ansiosos nos esperaban en la puerta del grado para apretar nuestro guardapolvo blanco con
fuertes abrazos.-Hola seño, gracias por venir hoy-nos decían los niños con su
carita llena de felicidad. Esos abrazos eran inolvidables por su espontaneidad y pureza. Eran abrazos
con manitas llenas de colores, galletitas y mermelada.
–No dejes que te
abracen que te van a manchar el guardapolvo con mermelada- Nos alertaba más de una vez la señorita. Le agradecimos su
sana preocupación pensando que ella no sabía lo reconfortante
que eran esos abrazos para el corazón naciente de una maestra.
En el aula todos se esmeraban por terminar sus trabajos para mostrárnoslos,
y notamos que con tan solo decirles una palabra de aliento darles un poquito de
ayuda, o escuchar atentas sus anécdotas sus producciones mejoraban. Qué bien se sentía
estar cerca de los niños ¡A veces solo los mirábamos desde el fondo del aula para
que supieran que ellos eran capaces . Queríamos
que escuchen su nombre en el aula pero esta vez asociado a conductas positivas,
actitudes nobles y valorando su esfuerzo. Todos disfrutaban de sentirse
importantes en nuestra presencia, porque
para nosotras eran tan importantes!!
Llego el último día y ahí nos estaban esperando en la puerta
para un abrazo de cierre de esta experiencia, un abrazo lleno de esperanza de
volver a ver esas caritas. Nos llenaron de regalos, dibujos, cartitas para sus
seños. Ese día salimos con el corazón repleto de alegría y supimos
que no habíamos estado en tercer grado con un niño especial, habíamos estado
con treinta seis niños especiales de tercer grado.
Sofía
Ontiveros y Romina Martínez
Maravillosa experiencia!!! Que importante seria tener realmente muchos docentes de vocación y que en la actualidad donde hablamos de inclusión la vivamos realmente como es... INCLUYENDO
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