¿Qué podemos
hacer cuando nuestro hijo con enojo o tristeza
nos dice que no quiere ir más a la escuela debido a conflictos interpersonales ?
Los niños están aprendiendo a relacionarse, están desarrollando habilidades sociales como jugar en grupos, compartir materiales, hacer acuerdos, expresar desacuerdos, liderar, descubrir afinidades con algunos pares y malestar con otros .Ellos aun están en proceso de adquisición de estas habilidades socio-emocionales que son las que les permitirán gestionar las emociones intensas que acompañan estas interacciones sociales.
Estas primeras interacciones sociales están cargadas de
emociones. Enojos, frustraciones, miedos, alegrías, celos , tristeza. Los niños
están aprendiendo a reconocer estas emociones y a gestionarlas .
Aun estallan en enojos cuando el grupo no sigue sus reglas de
juego, explotan de rabia cuando pierden o sienten mucha tristeza cuando no son
los elegidos . Gestionar un enojo, tolerar la frustración, expresar tristeza, enfrentar
miedos sociales requiere de contar con habilidades socioemocionales. Y estas
habilidades se aprenden en la interacción social, no están aún consolidadas en
los niños. Están en proceso de aprendizaje. Por este motivo es que muchas veces
necesitan de un adulto para ayudarlos a gestionar las emociones que acompañan
los conflictos interpersonales.
¿Qué podemos hacer cuando nuestro hijo lleno de dolor
nos dice que no quiere ir más a la
escuela?
Hay varias cosas que podemos hacer. Quizás la más
importante de todas sea calmarnos a nosotros mismos.
Lo primero que tenemos que saber es que ver a nuestro hijo sufrir por
situaciones sociales que escapan a nuestro control, activa en nosotros
emociones muy intensas. Nos sentimos conmovidos ante su angustia , compungidos,
y nos desbordan las emociones. En ese estado emocional no es bueno tomar
decisiones. Así que si pensaste en tomar el celular y llamar a la madre del
niño que lastimo a tu hijo, o si decidiste ir como un rayo a la escuela a
quejarte por lo sucedido ,no es una buena idea en este primer momento. Ya habrá un momento para
hacerlo.
Cuando
estamos muy tomados por una emoción no podemos tomar buenas decisiones .
Las
neurociencias confirman esto ya que cuando estamos tomados por emociones
intensas la parte media del cerebro donde se alojan las emociones, toman nuestra
parte pensante a través de un secuestro emocional. De modo tal que la parte
pensante no puede funcionar bien ni tener
claridad porque la parte
emocional está completamente desbordada. Por eso no es una buena idea tomar
acción, o decidir algo. Hay que esperar que las emociones bajen en intensidad. Esperar
que baje la frustración, el enojo, la angustia del momento.
“Recordar que cuando siento intensidad emocional, mi mente se
agita y tomo decisiones erradas.”
También
tenemos que saber que las emociones se contagian, ver a alguien angustiado nos angustia y mucho más si es nuestro hijo.
Eso es algo esperable casi inevitable. Lo que no es inevitable es magnificar esas
emociones. Cuando a través de lo que hablamos, lo que contamos en casa acerca
de lo sucedido, empezamos a decir cosas como “esto es terrible”, “ Pobrecito
está destruido, no sé cómo se va a recuperar”, “esto es muy difícil de
solucionar”. A través de estas conversaciones las emociones comienzan a tomar
dimensiones enormes, se magnifican. Entonces lo más probable que pase es que
comencemos a tener una percepción distorsionada de la realidad. Podemos empezar
a pensar que si a nuestro hijo no lo invitaron
a un cumpleaños es el fin del mundo, o que si en la escuela se peleo con
un compañero es para hacer un cambio de escuela, o si le fue mal en un examen
es una tragedia. Lo que nos pasa es que tenemos una percepción distorsionada de
la realidad producto de haber magnificado las emociones.
Por eso
lo primero es calmarnos y recordar que cuando estamos tomados por las emociones
no es una buena idea tomar una decisión. Segundo cuidar que nos estamos
contando a nosotros mismos y a los que nos rodean acerca de lo sucedido .Sobretodo cuidar que cuento de lo sucedido delante de mi hijo
.Las palabras que usamos para describir una situación son poderosas porque
mueven emociones en los niños. Antes de hablar delante de tu hijo piensa como
se sentirá después de escucharte hablar. ¿Aumentara su confianza o caerá a
pique?, ¿sentirá calma y comprensión, o temor y ansiedad?
Ahora te estarás preguntando y cómo ayudo a mi hijo ¿qué
hago?

Lo más importante es no dudar de lo que su hijo le cuenta, no
desconfiar de su relato ni creer que
exagera. Es lo que el sintió.
Si se trata de una pelea , o situación donde vivió una agresión física
lo más probable es que incluso minimice algunos hechos .Puede decirnos:”Quizás me
pego sin querer, o fue en broma” , esto lo hace para no angustiar a los padres
o para no defraudarlos por no haberse podido defender. Si su hijo se animó a
hablar, necesita confiar en que lo van a ayudar sin perder la calma.
Existe un primer momento que es el de la descarga emocional Permitirles llorar,
enojarse, estar tristes. Este momento, no es el momento de dar consejos y
sugerencias. Ellos no necesitan escuchar “nuestra voz de la experiencia”,
necesitan contención .Así que lo mejor es cerrar la boca y abrir los brazos.
Contener y escuchar. Evite decirle “deberías haber hecho…”,”Porque
no le pegaste” “Como vas a dejar que te diga eso”. Estas sugerencias lo harán sentirse culpable de lo ocurrido y lo más probable es que deje
de contarnos .Sino implemento ninguna de esas sugerencias es porque siente que no
puede hacerlo.
Es la escucha empática. Consiste en escuchar sin interrogar, ni juzgar lo que paso.
Podemos utilizar algunas expresiones como “Imagino como duele que no te hayan
invitado a esa pijama”, “comprendo tu dolor””Entiendo lo que estas pasando”. Si
tenemos alguna historia personal similar, podemos contarles “A mi alguna vez me
paso algo parecido”. En este primer momento los niños necesitan descargar lo
que les paso y sentirse comprendidos. Todos los niños tienen recursos para
defenderse, y se activaran si dominamos nuestra tendencia a hacer comparaciones
y sentirnos con el derecho de juzgarlos.”Porque no se la devolviste “,”Hace
como tu hermano que no le importa el que dirán””De nuevo llorando, así no
solucionamos nada. Defiéndete”. Cuando juzgamos su accionar, su sentir y comparamos,
el corazón de los niños late muy deprisa y se cierra por temor a seguir "defraudando" por no poder hacer y ser lo que se
espera de él.
En este primer momento los niños necesitan descargar lo
que les paso y sentirse comprendidos.
Después
hay un segundo momento, que no tiene que ser inmediato. Cuando las emociones
bajaron en intensidad. Donde podemos pensar juntos soluciones.
Lo más importe es transmitirles que más allá de lo que otros piensen o digan
acerque de él, él es una persona muy valiosa y se merece siempre un buen trato.
Recordarle que por que “fulanito” lo diga no tiene porque ser
una certeza. Enseñarle que la opinión más importante que el tiene que escuchar, es la de el mismo. Y si
esa opinión está teñida de negatividad y criticas, es hora de cambiarla por una
opinión más positiva y cariñosa con el mismo.
Desde casa podemos comenzar a
modificar esa opinión acerca de si mismo mostrándole sus áreas luminosas,
recordándole sus logros y sus victorias. Nunca nos pueden faltar oportunidades
para hacer sentir a un niño que es capaz, sobre todo si la está pasando mal.
Podemos
activar conversaciones positivas, y hacer preguntas poderosas para abrir la
mente a nuevas posibilidades. También podemos invitarlo a ponerse metas
concretas, escribirlas y crear planes para alcanzarlas .Cuando los chicos
tienen una meta en mente se sienten más fuertes y concentrados .Esto hace que
la opinión de los demás impacte menos o afecte su confianza por un periodo más
corto de tiempo.
Si el conflicto interpersonal crece en dimensiones,
tornándose en acoso, es necesario hablar con la escuela para que tome las
medidas pertinentes para dicha situación. Es muy importante establecer un diálogo fluido con la escuela, el trabajo conjunto es un pilar fundamental para ayudar a los chicos a recuperar su seguridad y bienestar emocional.
Siempre recuerda que
cuando un niño está en problemas cierra la boca y abre los brazos. Los niños
muchas veces no necesitan respuestas, solo necesitan que los escuchemos y
expresar como se sienten sin ser juzgados. Nuestros brazos son el refugio que los niños necesitan para recordar que más allá
de lo pase ellos son muy valiosos y
amados.
La clave es transmitirle en todo momento que más allá de lo que otros piensen o digan acerca de él, él es una persona valiosa.
La clave es transmitirle en todo momento que más allá de lo que otros piensen o digan acerca de él, él es una persona valiosa.
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